LAS VITAMINAS: Vitamina C

La vitamina C (ácido ascórbico), pertenece al grupo de las vitaminas llamadas hidrosolubles (solubles en agua). Lo que comparte, con nuestras anteriores vitaminas ya citadas, es que nuestra amiga, es un potente antioxidante.

Sabemos que una de las tantas virtudes que tiene esta vitamina, y por la cual es tan famosa, es para la prevención de los resfriados. Ahora es el momento de hablar de ella, ya que acabamos de entrar en el otoño y siempre es mejor prevenir. Llevar una alimentación consciente, es estar presentes en el "aquí y ahora" y darle sentido y significado al proceso de las estaciones.

Teniendo en cuenta la importancia que tiene nuestro aparato respiratorio, seremos muy generosos procurándole ésta vitamina. Nuestro sistema inmunológico se verá gratamente ayudado. Éste aumentará la cantidad de células sanguíneas de defensa, una vez que ya nos encontremos en pleno proceso catarral o vírico, acortando su estancia/duración, lo más pronto posible en nuestro organismo.

Si tomamos vitamina C, conjuntamente con la vitamina A, además estaremos cuidando de nuestro valioso aparato respiratorio, ya que esta vitamina, cuida de nuestras mucosas. Éstas son la barrera que tiene nuestro cuerpo, para evitar al máximo el paso a las infecciones y resfriados. De aquí que sean tan importantes para nuestro sistema inmune. Ambas vitaminas, hay que tenerlas siempre presente.

Indicar también, que con la ayuda de la vitamina C fabricamos colágeno. ¿Y que es el colágeno? Una palabra que se escucha a menudo. Es una proteína y que en realidad, es como una especie de "cemento" intercelular, que nos ayuda a mantener las estructuras que componen nuestro cuerpo, tales como dientes, tejidos que unen los músculos al hueso, articulaciones, el propio hueso, etc. Esta proteína constituye gran parte de nuestro organismo.

Como sé, que además de comer correctamente, nos gusta cuidar nuestra piel (otro órgano importante), debemos tener en cuenta que el colágeno también es importante en el campo de la belleza y la cosmética. Los cuidados han de empezar desde a dentro. Con la vitamina C estimulamos la producción de esta proteína, por lo tanto, mejoramos la calidad y firmeza de nuestra piel. Por eso, a medida que cumplimos años, esta vitamina nos previene del envejecimiento cutáneo y de todo el organismo. De aquí, que hace un tiempo, se empezaron a comercializar cremas antienvejecimiento, con vitamina C.

Como buen antioxidante que es, cuida de la salud de nuestro sistema circulatorio, refuerza paredes venosas y capilares sanguíneos, protegiendo el organismo de deterioros, como son las enfermedades cardiovasculares y actuando también como anticancerígeno.

Otra de tantas funciones maravillosas que tiene la vitamina C, es que nos ayuda a absorver el hierro presente en nuestra alimentación. Algo muy importante a tener en cuenta por nosotras, sabiendo lo que significa y representa este gran mineral, para nuestra salud femenina, especialmente en edad fértil y más, cuando se quiere ser madre.

Afortunadamente, ningún alimento de origen animal cuenta con esta vitamina. Que alegría saber que para obtenerla de forma natural es a través de vegetales y frutas!

Los cítricos siempre han tenido fama de contener esta vitamina (para mi, fama inmerecida) porque podemos encontrala en otras frutas y verduras y con cantidades mucho más altas de vitamina C sin que por ello tengamos que estar tomando zumos de naranja constantemente y el problema que supone esto para los estómagos sensibles.
En el humilde perejil, encontramos 190 mg de vitamina C por cada 100 gramos, y en las grosellas 200mg también por cada 100 gramos.

Quiero recordar que la vitamina C, se pierde gran parte por efecto de la temperatura de cocción, por el contacto con el aire y en el almacenaje/trayecto, sobre todo de las hortalizas.

La dosis de vitamina C recomendada, varía desde los 50mg al día para un adulto en unas buenas condiciones de salud, hasta los 100mg para personas que están sometidas a situaciones de estrés constantes.

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